Pero entonces ciertos judíos de Antioquía e Iconio llegaron y se ganaron la simpatía de la multitud. Y apedrearon a Pablo, y lo arrastraron hasta las afueras de la ciudad, pensando que estaba muerto.
¿Quién puede separarnos del amor de Cristo? ¿Acaso la opresión, la angustia, o la persecución? ¿O acaso el hambre, la pobreza, el peligro, o la violencia?
Estoy acostumbrado a no tener nada, y he tenido la experiencia de tener abundancia también. En cada situación que me sea posible, he aprendido el secreto de enfrentarme a la abundancia y luego no tener para comer, de ser rico y vivir en la pobreza:
y cuánto he sufrido y he sido perseguido. Ya sabes lo que me sucedió en Antioquía, en Iconio y Listra, y las persecuciones que tuve y cómo el Señor me rescató de todas esas cosas.