El Señor Dios me ha dado la capacidad de enseñar a otros, de saber animar con una palabra a los que están agotados. Él me despierta cada mañana; me ayuda a escuchar como discípulo.
Este es mi acuerdo con ellos, dice el Señor. Mi Espíritu, que está sobre ti, no te dejará, y mis palabras que te he dado para que las pronuncies estarán siempre en tus labios, en los de tus hijos y en los de tus descendientes, desde ahora hasta siempre, dice el Señor.
Él está a cargo del tiempo y de la historia. El quita reyes y pone reyes en su lugar. Da sabiduría para que la gente sea sabia; da conocimiento a la gente para que pueda entender.
“Ustedes son privilegiados porque a ustedes se les han revelado los misterios del reino de los cielos, pero ellos no tienen ese conocimiento”, respondió Jesús.
Estoy convencido de que ustedes, mis hermanos y hermanas, están llenos de bondad, y que están llenos de todo tipo de conocimiento, de modo que están bien capacitados para enseñarse unos a otros.
Si profetizara, si conociera todos los misterios y tuviera todo conocimiento, y si pudiera tener una fe tal que pudiera mover montañas, pero no tengo amor, entonces nada soy.
Entonces, hermanos y hermanas, ¿qué deben hacer? Cuando se reúnan, que distintas personas canten, o enseñen, o prediquen un mensaje especial, o hablen en lenguas, o den una interpretación. Pero todo debe hacerse para edificar y animar a la iglesia.
Hermanos y hermanas, si yo vengo a ustedes hablando en lenguas, ¿qué beneficio les aportaría si no les traigo una revelación, un conocimiento, o un mensaje profético, o una enseñanza?
¿Quién conoce los pensamientos de alguien si no es la misma persona que los tiene? Del mismo modo, nadie conoce los pensamientos de Dios excepto el Espíritu de Dios.
Nos enorgullecemos en el hecho—y nuestra conciencia lo confirma—de que hemos actuado de manera apropiada con las personas, especialmente con ustedes. Hemos seguido los principios de Dios de santidad y sinceridad, no conforme a la sabiduría mundanal, sino por la gracia de Dios.
¡Pero gloria a Dios, que siempre nos guía hacia la victoria en Cristo, y revela un dulce aroma de su conocimiento a través de nosotros, dondequiera que vamos!
Porque el Dios que dijo: “Que brille la luz en medio de la oscuridad”, brilló en nuestros corazones para iluminar el conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo.
Ya que ustedes tienen abundancia en todas las cosas—confianza en Dios, conocimiento espiritual, total dedicación, y amor por nosotros— asegúrense de que esta abundancia que poseen también llegue a este ministerio de dadivosidad.