Cuando todo haya sido puesto bajo la autoridad de Cristo, entonces el Hijo también se pondrá bajo la autoridad de Dios, para que Dios, quien le dio autoridad al Hijo sobre todas las cosas, pueda ser todo en todas las cosas.
En esta nueva situación no hay griego ni judío, no hay circuncisos o incircuncisos, extranjeros, bárbaros, esclavos o libres, pues Cristo es todo, y él vive en todos nosotros.
provea todo lo bueno para ustedes a fin de que puedan cumplir su voluntad. Que obre en nosotros, haciendo su voluntad, por medio de Jesucristo, a él sea la gloria por siempre y para siempre. Amén.