Todos los que viven en la tierra son como nada comparados con él. Él hace lo que quiere entre las huestes celestiales y entre los que viven en la tierra. Nadie puede retenerlo de lo que hace, ni preguntarle: “¿Qué haces?” .
El viento sopla hacia donde quiere y apenas se alcanza a escuchar el sonido que hace, pero no sabes de dónde viene ni hacia dónde va; así ocurre con todo aquél que nace del Espíritu”.
Cada uno tiene dones diferentes, que varían conforme a la gracia que se nos ha dado. De modo que si el don consiste en hablar de Dios, entonces debes hacerlo conforme a tu medida de fe en Dios.
Aparte de tales casos, cada uno de ustedes debería mantenerse en la situación que el Señor le asignó, y seguir viviendo la vida a la que Dios los ha llamado. Ese es mi consejo a todas las iglesias.
No obstante, desearía que todos fueran como yo, pero cada persona tiene su propio don de Dios. Una persona tiene uno, mientras otra persona tiene otro.
Pero no nos jactamos con términos extravagantes que no puedan medirse. Sencillamente medimos lo que hemos hecho usando el sistema de medida que Dios nos ha dado, y eso los incluye a ustedes.
Dios también dio testimonio por medio de señales y milagros, por actos que demuestran su poder, y por medio de los dones del Espíritu Santo, que repartió como quiso.