Sin embargo, si realmente nos examinamos nosotros mismos, no seríamos juzgados de esta manera.
Que cada uno se examine así mismo y entonces déjenlo comer del pan y beber de la copa.
Esa es la razón por la que muchos de ustedes están débiles y enfermos, e incluso algunos han muerto.
Pero cuando somos juzgados, estamos siendo disciplinados por el Señor, a fin de que no seamos condenados junto con el mundo.
Pero si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de todo lo malo que hay dentro de nosotros.
Así que recuerda de dónde has caído, arrepiéntete y vuelve a lo que hacías al principio. De lo contrario vendré a ti y quitaré tu candelabro de su lugar, a menos que te arrepientas.