Hermanos en la fe, no hablen mal unos de otros. Si alguien habla mal de su hermano, o lo critica, habla mal de la Ley y la critica. Y, si criticas la Ley, ya no estás obedeciéndola, sino que te conviertes en su juez.
En cambio, los que viven guiados por el Espíritu muestran amor por los demás, son alegres y tienen paz. El Espíritu los hace tener paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad,
En cambio, la sabiduría que Dios da es ante todo pura, es decir, no produce maldad. Al contrario, produce paz, bondad, amabilidad, compasión y buenas acciones. El que tiene sabiduría de Dios trata a todos por igual y es sincero.
Hermanos en la fe, si sorprenden a alguien pecando, ustedes que son espirituales deben corregirlo con una actitud humilde. Pero tengan cuidado, porque ustedes también pueden ser tentados a pecar.
Aunque como apóstoles de Cristo hubiéramos podido ser exigentes con ustedes, los tratamos con delicadeza. Los tratamos como una madre que alimenta a su bebé y cuida a sus hijos.
En realidad, tengo miedo de ir a verlos y que no los encuentre como quisiera, y que ustedes no me encuentren a mí como quisieran. Tengo miedo de encontrarlos peleando, con celos, enojados unos con otros, siendo egoístas, mentirosos, orgullosos y causando alborotos.
Yo, Pablo, por la ternura y la bondad de Cristo, les hago un ruego. Algunos dicen que soy tímido cuando me encuentro cara a cara con ustedes, pero muy valiente cuando estoy lejos.
Estos malvados, en cambio, maldicen todo lo que no entienden; y lo que entienden por instinto, como animales sin inteligencia, lo usan para su propio mal.
De la misma manera, estos malvados de quienes les hablo dicen tener sueños especiales y que eso les da permiso para pecar con su cuerpo. Además, desprecian la autoridad de Dios y maldicen a los seres celestiales.
Esto les espera especialmente a los que siguen sus deseos de pecar y desprecian la autoridad del Señor. ¡No son sino unos atrevidos y orgullosos! No tienen temor de insultar a los seres celestiales.
ni los ladrones, ni los que siempre quieren tener más de lo que tienen. De la misma manera, ni los borrachos, ni los que insultan a los demás ni los tramposos formarán parte del reino de Dios.