y aconsejar a las jóvenes a amar a sus esposos y a sus hijos.
Por eso aconsejo a las viudas jóvenes a que se casen y tengan hijos, y a que lleven bien su hogar y no den lugar a las críticas del enemigo.
a las ancianas, como a madres; a las jóvenes, como a hermanas, con respeto.
No incluyas en esa lista a las viudas más jóvenes, porque cuando sus deseos las alejan de Cristo, quieren volverse a casar.
A las ancianas, enséñales que se comporten como personas que respetan a Dios, que no sean chismosas y no beban mucho vino. Deben enseñar lo bueno
Que les enseñen a pensar bien las cosas, a ser santas, cuidadosas del hogar, bondadosas y obedientes de sus esposos. De esa manera nadie hablará mal del mensaje de Dios.