Ese amor nos enseña a rechazar el pecado y a no desear la maldad de este mundo. Así podremos vivir en este mundo con dominio propio, justicia y amor a Dios.
Les digo todo esto con palabras sencillas que todos entienden, porque son cosas difíciles para ustedes. Antes usaban ustedes su cuerpo para servir a la maldad, y eso los hizo esclavos del mal. Úsenlo ahora para servir a lo que es justo, porque eso los hará vivir apartados del mal.
Todo esto demuestra que el Señor sabe librar de la tentación a los que viven como Dios quiere. Pero también sabe castigar a los malvados, y lo hará cuando llegue el día del juicio.
En otro tiempo también nosotros éramos tontos y desobedientes. Fuimos engañados y nos hicimos esclavos de toda clase de malos deseos y placeres. Vivíamos haciendo el mal y llenos de envidia. Éramos gente odiosa y nos odiábamos unos a otros.
Vivían siguiendo el ejemplo de la gente de este mundo. Hacían todo lo que les indicaba el diablo, que es el espíritu que gobierna con poder en el aire. Es él quien gobierna sobre los que no obedecen a Dios.
No vivan como vive la gente de este mundo. Al contrario, cambien de manera de pensar y así cambiará su manera de vivir. Entonces podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios y que esta es buena, agradable y perfecta.
Pero en ustedes permanece el Espíritu Santo, a quien Cristo envió a sus vidas. Así que no necesitan que nadie les enseñe, porque el Espíritu que siempre dice la verdad les enseñará todas las cosas. Sigan entonces unidos a Cristo, tal y como el Espíritu les enseñó.
Ya no tendrá nadie que enseñar a su prójimo, ni dirá nadie a su hermano: “¡Conoce al Señor!”. Pues todos, desde el más pequeño hasta el más grande, me conocerán.
A los ricos de este mundo, mándales que no sean orgullosos ni pongan su confianza en las riquezas, que son inseguras. Diles que más bien confíen en Dios, que nos da de todo en abundancia para que lo disfrutemos.
Que nadie te rechace por ser joven. Al contrario, que los creyentes vean en ti un ejemplo a seguir en la manera de hablar y de actuar. Que sigan tu ejemplo de amor, fe y santidad.
Pero ahora Dios los ha reconciliado gracias a la muerte de Cristo, para presentarlos ante Dios santos, sin pecado y sin que nadie los acuse de nada malo.
Jesucristo dio su vida para que fuéramos perdonados por nuestros pecados. Así nos liberó de este mundo malvado. Esta fue la voluntad de nuestro Dios y Padre.
Queridos hermanos en la fe, ya que Dios nos ha hecho estas promesas, limpiemos nuestro cuerpo y espíritu de todo mal. Respetemos a Dios, porque así llegaremos a ser completamente santos.
Para nosotros, es motivo de satisfacción el saber que no hemos hecho nada malo. Nos hemos comportado en el mundo, y especialmente entre ustedes, con la honestidad y sinceridad que vienen de Dios. Y lo hemos logrado gracias al amor inmerecido de Dios, y no gracias a nuestra sabiduría humana.
Porque, si ustedes viven controlados por el pecado, morirán para siempre. Pero, si por medio del Espíritu dan muerte a los malos deseos del cuerpo, vivirán para siempre.
Pablo les habló sobre la justicia, el dominio propio y el juicio que vendrá de parte de Dios. Entonces Félix tuvo miedo y le dijo: «¡Basta por ahora! Puedes retirarte. Cuando crea conveniente, te mandaré llamar otra vez».
A cualquiera que pronuncie alguna palabra contra el Hijo del hombre se le perdonará, pero el que hable contra el Espíritu Santo no tendrá perdón ni en este mundo ni en el venidero.
Los que quieren hacerse ricos caen en la tentación de muchas cosas malas y se vuelven esclavos de sus muchos deseos. Estas preocupaciones sin sentido y dañinas hunden a la gente en la ruina y en la destrucción.
La religión pura y sin defecto delante de Dios el Padre es esta: ayudar a los huérfanos y a las viudas en sus dificultades. Y, además, no dejarse dominar por la maldad del mundo.