¿Cómo pueden los ídolos habitar en el templo de Dios? Porque nosotros somos templo del Dios viviente. Como él ha dicho: «Viviré con ellos y caminaré entre ellos. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo».
En otro tiempo también nosotros éramos tontos y desobedientes. Fuimos engañados y nos hicimos esclavos de toda clase de malos deseos y placeres. Vivíamos haciendo el mal y llenos de envidia. Éramos gente odiosa y nos odiábamos unos a otros.
En efecto, en las Escrituras ya se anunciaba que los no judíos serían declarados justos por medio de la fe. Así se lo había dicho Dios a Abraham. A él le dio esta buena noticia: «Por medio de ti bendeciré a todas las naciones».
Han cometido toda clase de injusticia, maldad, avaricia y actos vergonzosos. Están llenos de envidia, homicidios, divisiones, engaño y maldad. Son chismosos,
Pues en la Escritura Dios le dice al faraón: «Te he puesto como rey precisamente para mostrar mi poder. Por medio de lo que haré contigo, mi nombre será famoso en toda la tierra».