Cuando entró en la casa, se le acercaron los ciegos, y él les preguntó: ―¿Creen que puedo sanarlos? ―Sí, Señor —le respondieron.
Jesús se dio vuelta, la vio y le dijo: ―¡Ánimo, hija! Tu fe te ha sanado. Y la mujer quedó sana en aquel momento.
Un hombre que estaba enfermo de lepra se le acercó y se arrodilló delante de él. ―Señor, si quieres, puedes sanarme —le dijo.
―¿No te dije que si crees verás la gloria de Dios? —le contestó Jesús.
Y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás. ¿Crees esto?
Y, por la falta de fe de ellos, no hizo allí muchos milagros.
Cuando Jesús entró en casa de Pedro, vio a la suegra de este en cama, con fiebre.
Una vez que se despidió de toda la gente, entró en la casa. Se acercaron sus discípulos y le pidieron: ―Explícanos la parábola de la mala hierba del campo.
Al irse Jesús de allí, dos ciegos lo siguieron, gritándole: ―¡Ten compasión de nosotros, Hijo de David!
Entonces les tocó los ojos y les dijo: ―Que se haga con ustedes conforme a su fe.
Ese mismo día salió Jesús de la casa y se sentó a la orilla del lago.
escuchando a Pablo. Cuando Pablo vio que el hombre tenía fe para ser sanado,