Pedro hizo que todos salieran del cuarto; luego se puso de rodillas y oró. Volviéndose hacia la muerta, dijo: «Tabita, levántate». Ella abrió los ojos y, al ver a Pedro, se incorporó.
Cuando Jesús oyó esto, dijo: «Esta enfermedad no terminará en muerte, sino que es para la gloria de Dios. Por medio de ella, el Hijo de Dios recibirá honra».
Entonces empezaron a burlarse de él, pero él los sacó a todos. Tomó consigo al padre y a la madre de la niña y a los discípulos que estaban con él. Y entró adonde estaba la niña.