Pensaba: «Si al menos logro tocar su manto, quedaré sana».
La gente incluso ponía sobre los enfermos pañuelos y delantales que Pablo había tocado, y estos sanaban. Hasta los espíritus malignos salían de ellos.
y le suplicaban que les permitiera tocar siquiera el borde de su manto. Y quienes lo tocaban quedaban sanos.
Como había sanado a muchos, todos los que sufrían dolores se abalanzaban sobre él para tocarlo.
Por eso, toda la gente procuraba tocarlo, porque de él salía poder que sanaba a todos.