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Referencias Cruzadas

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Mateo 9:2

Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Unos hombres le llevaron un paralítico, acostado en una camilla. Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: ―¡Ánimo, hijo; tus pecados quedan perdonados!

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32 Referencias Cruzadas  

Jesús se dio vuelta, la vio y le dijo: ―¡Ánimo, hija! Tu fe te ha sanado. Y la mujer quedó sana en aquel momento.

Sin embargo, alguien dirá: «Algunos creen en Dios, y otros hacen lo que es bueno». Pero yo digo, demuéstrame que puedes creer en Dios sin hacer lo bueno. Yo, por mi parte, te demostraré que creo en Dios por medio del bien que hago.

La gente incluso ponía sobre los enfermos pañuelos y delantales que Pablo había tocado, y estos sanaban. Hasta los espíritus malignos salían de ellos.

―Muchachos, ¿tienen algo de comer? —les preguntó Jesús. ―No —respondieron ellos.

Al oír esto, Jesús se asombró y dijo a quienes lo seguían: ―Les aseguro que no he encontrado en Israel a nadie que tenga tanta fe.

Su fama se extendió por toda Siria. Por eso, le llevaban a todos los que sufrían diversas enfermedades y los que sufrían de dolores graves. También le llevaban a los endemoniados, los epilépticos y los paralíticos, y Jesús los sanaba.

Y no solo esto, gracias a nuestro Señor Jesucristo, Dios nos llena de alegría; pues ya hemos sido reconciliados.

escuchando a Pablo. Cuando Pablo vio que el hombre tenía fe para ser sanado,

Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo.

Pues, para que sepan que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados —se dirigió entonces al paralítico—: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.

Al atardecer, le llevaron muchos endemoniados, y con una sola palabra echó fuera a los espíritus, y también sanó a todos los enfermos.

No necesitaba que nadie le informara nada acerca de los demás, pues él conocía lo más íntimo de cada persona.

―¡Hija, tu fe te ha sanado! —le dijo Jesús—. Vete en paz y queda sana de tu aflicción.

Al atardecer, cuando ya se ponía el sol, la gente le llevó a Jesús todos los enfermos y endemoniados.

Perdona nuestras ofensas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros ofensores.

¿Qué es más fácil, decirle: “Tus pecados quedan perdonados”, o decirle: “Levántate y anda”?

Pero Jesús les dijo en seguida: ―¡Cálmense! Soy yo. No tengan miedo.

Estaban llenos de miedo por lo que veían. Pero él habló en seguida con ellos y les dijo: «¡Cálmense! Soy yo. No tengan miedo».

Jesús se detuvo y dijo: ―Llámenlo. Así que llamaron al ciego. ―¡Ánimo! —le dijeron—. ¡Levántate! Te llama.

A la noche siguiente, el Señor se apareció a Pablo y le dijo: «¡Ánimo! Así como has hablado de mí en Jerusalén, es necesario que lo hagas también en Roma».




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