Otro discípulo le pidió: ―Señor, primero déjame ir a enterrar a mi padre.
Y todo el que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o terrenos por mi causa recibirá cien veces más y obtendrá la vida eterna.
Así que de ahora en adelante no valoramos a nadie siguiendo criterios humanos. Antes valorábamos a Cristo de esa manera, pero ya no lo hacemos así.
―Las zorras tienen cuevas y las aves tienen nidos —le respondió Jesús—. Pero el Hijo del hombre no tiene dónde recostar la cabeza.
―Sígueme —le respondió Jesús—, y deja que los muertos entierren a sus muertos.