Tan pronto como Jesús fue bautizado, salió del agua. En ese momento se abrió el cielo, y vio al Espíritu de Dios bajar como una paloma y posarse sobre él.
Él vino a este mundo y fue bautizado en agua. Luego murió derramando su sangre en la cruz. El Espíritu es testigo de esto, porque el Espíritu dice la verdad.