Cuando lo vieron, lo adoraron; pero algunos dudaban.
Así lo hizo para que todos honren al Hijo como lo honran a él. El que se niega a honrar al Hijo no honra al Padre que lo envió.
En eso Jesús les salió al encuentro y las saludó. Ellas se le acercaron, le abrazaron los pies y lo adoraron.
Les aseguro que algunos de los aquí presentes no sufrirán la muerte sin antes haber visto al Hijo del hombre llegar en su reino.
Después fue visto por más de quinientos creyentes a la vez, la mayoría de los cuales vive todavía, aunque algunos han muerto.
Pero ellos, al oír que Jesús estaba vivo y que ella lo había visto, no lo creyeron.
Estos volvieron y avisaron a los demás, pero no les creyeron a ellos tampoco.
Por último se apareció Jesús a los once mientras comían. Los reprendió por su falta de fe y por negarse a creer a los que lo habían visto resucitado.
Después de sufrir la muerte, se les presentó y les dio muchas pruebas convincentes de que estaba vivo. Durante cuarenta días se les apareció y les habló acerca del reino de Dios.