Y les dijo: ―El Hijo del hombre tiene que sufrir muchas cosas y ser rechazado por los líderes judíos, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley. Es necesario que lo maten y que resucite al tercer día.
Desde entonces comenzó Jesús a decirles a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén. Decía que allí sufriría muchas cosas a manos de los líderes judíos, de los jefes de los sacerdotes y de los maestros de la Ley. Y decía que era necesario que lo mataran y que al tercer día resucitara.
Luego comenzó a enseñarles: ―El Hijo del hombre tiene que sufrir muchas cosas y ser rechazado por los líderes judíos, por los jefes de los sacerdotes y por los maestros de la Ley. Es necesario que lo maten y que a los tres días resucite.
A veces nos tratan con respeto y otras veces nos ofenden. Algunos hablan bien de nosotros y otros hablan mal. Somos sinceros, pero nos dicen mentirosos.
Y comenzaron la acusación con estas palabras: ―Hemos descubierto a este hombre causando alboroto en nuestra nación. Se opone al pago de impuestos al césar y afirma que él es el Cristo, un rey.
Por eso, ordene usted que se selle la tumba hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos, se roben el cuerpo y le digan al pueblo que ha resucitado. Ese último engaño sería peor que el primero.
porque estaba instruyendo a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de sus enemigos. Lo matarán y, a los tres días de muerto, resucitará».
Entonces Jesús tomó aparte a los doce y les dijo: «Ahora vamos subiendo a Jerusalén, donde se cumplirá todo lo que escribieron los profetas acerca del Hijo del hombre.