y lo puso en una tumba nueva de su propiedad que había cavado en la roca. Luego hizo rodar una piedra grande a la entrada de la tumba, y se fue.
Sucedió que hubo un terremoto violento, porque un ángel del Señor bajó del cielo y, acercándose a la tumba, quitó la piedra y se sentó sobre ella.
Así que ellos fueron, cerraron la tumba con una piedra y la sellaron; y dejaron puesta la guardia.
El primer día de la semana, muy de mañana, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue a la tumba. Al llegar, vio que habían quitado la piedra que cubría la entrada.
Ellas encontraron que había sido quitada la piedra que cubría la tumba.
José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia
Conmovido una vez más, Jesús se acercó a la tumba. Era una cueva cuya entrada estaba tapada con una piedra.
Entonces quitaron la piedra. Jesús, alzando la vista, dijo: ―Padre, te doy gracias porque me has escuchado.
En el lugar donde crucificaron a Jesús había un huerto. En el huerto había una tumba nueva en la que todavía no se había enterrado a nadie.