Encima de su cabeza pusieron por escrito la causa de su condena: «Este es Jesús, el Rey de los judíos».
Resulta que había sobre él un letrero que decía: «Este es el Rey de los judíos».
Un letrero tenía escrita la causa de su condena: «El Rey de los judíos».
Con él crucificaron a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda.
―Salvó a otros —decían—, ¡pero no puede salvarse a sí mismo! ¡Y es el rey de Israel! Que baje ahora de la cruz, y así creeremos en él.