Y se sentaron a vigilarlo.
Cuando el capitán romano y los que con él estaban custodiando a Jesús vieron el terremoto y todo lo que había sucedido, quedaron aterrados y dijeron: ―¡Verdaderamente este era el Hijo de Dios!
Pilato, sorprendido de que ya hubiera muerto, llamó al capitán de los soldados y le preguntó si hacía mucho que había muerto.
Y el capitán de los soldados, que estaba frente a Jesús, al oír el grito y ver cómo murió, dijo: ―¡Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios!
Encima de su cabeza pusieron por escrito la causa de su condena: «Este es Jesús, el Rey de los judíos».