―¿Y qué voy a hacer con Jesús, al que llaman Cristo? —les preguntó Pilato. ―¡Crucifícalo! —respondieron todos.
»Por tanto, amigos israelitas, sepan que por medio de Jesús se les anuncia a ustedes el perdón de los pecados.
Los jefes de los sacerdotes y el tribunal en pleno buscaban alguna prueba contra Jesús para poder condenarlo a muerte, pero no la encontraban.
Así que cuando se reunió mucha gente, Pilato, que sabía que le habían entregado a Jesús por envidia, les preguntó: ―¿A quién quieren que les suelte: a Jesús Barrabás o a Jesús, al que llaman Cristo?
y Jacob, padre de José, que fue el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado el Cristo.
―¿A cuál de los dos quieren que les suelte? —preguntó el gobernador. ―A Barrabás —dijeron ellos.
―¿Por qué? ¿Qué crimen ha cometido? Pero ellos gritaban aún más fuerte: ―¡Crucifícalo!
―Sé que viene el Mesías, al que llaman el Cristo —respondió la mujer—. Cuando él venga nos explicará todas las cosas.
Aunque no encontraron ninguna causa digna de muerte, le pidieron a Pilato que lo mandara a ejecutar.