Luego de dos años, Félix dejó su cargo, y Porcio Festo fue nombrado nuevo gobernador. Pero, como Félix quería agradar a los judíos, dejó preso a Pablo.
Pedro, en cambio, tuvo que quedarse afuera, junto a la puerta. El discípulo conocido del sumo sacerdote salió a hablar con la portera de turno, y consiguió que lo dejara entrar.