Pero yo creo que, a nosotros los apóstoles, Dios nos ha hecho desfilar en el último lugar, como los condenados a muerte. Hemos llegado a ser un espectáculo para todo el universo, tanto para los ángeles como para el mundo entero.
Pero Jesús se quedó callado. Así que el sumo sacerdote insistió: ―Te ordeno en el nombre del Dios viviente que nos digas si eres el Cristo, el Hijo de Dios.