Mientras tanto, Pedro estaba sentado afuera, en el patio, y una criada se le acercó. ―Tú también estabas con Jesús de Galilea —le dijo.
Luego salió a la puerta, donde otra criada lo vio y dijo a los que estaban allí: ―Este estaba con Jesús de Nazaret.
Después de él surgió Judas el galileo, en los días del censo, y logró que la gente lo siguiera. A él también lo mataron, y todos sus seguidores huyeron.
―¿También tú eres de Galilea? —respondieron—. Investiga y verás que de Galilea no ha salido ningún profeta.
Otros afirmaban: «¡Es el Cristo!». Pero otros decían: «¿Cómo puede el Cristo venir de Galilea?
―¡De Nazaret! —respondió Natanael—. ¿Acaso de allí puede salir algo bueno? ―Ven a ver —le contestó Felipe.
Pero Pedro lo siguió de lejos hasta el patio del sumo sacerdote. Entró y se sentó con los guardias para ver en qué terminaba aquello.
Se reunieron entonces los jefes de los sacerdotes y los líderes del pueblo en el palacio de Caifás, el sumo sacerdote,
―Este es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea —contestaba la gente.
Pero él lo negó delante de todos, diciendo: ―No sé de qué estás hablando.