«Como ya saben, faltan dos días para la Pascua, y el Hijo del hombre será entregado para que lo crucifiquen».
Jesús se había reunido allí con sus discípulos muchas veces. Por eso Judas, el que lo traicionaba, también conocía aquel lugar.
Faltaba poco para la Pascua judía. Por eso, mucha gente subió del campo a Jerusalén, para celebrar la ceremonia de purificación antes de la Pascua.
Estando reunidos en Galilea, Jesús les dijo: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de sus enemigos.
Seis días antes de la Pascua, llegó Jesús a Betania. Ahí era donde vivía Lázaro, a quien Jesús había resucitado.
Cuando se aproximaba la Pascua de los judíos, subió Jesús a Jerusalén.
Entonces les dijo: ―He tenido muchísimos deseos de comer esta Pascua con ustedes antes de sufrir y morir.
―He pecado —les dijo— porque he entregado sangre inocente. ―¿Y eso a nosotros qué nos importa? —respondieron—. ¡Allá tú!
Simón el Zelote y Judas Iscariote, el que lo traicionó.
Esto sucedió para que se cumpliera lo que Jesús había dicho sobre la clase de muerte que iba a sufrir.