Pero su señor le contestó: “¡Siervo malo y perezoso! ¿Así que sabías que cosecho donde no he sembrado y tomo de donde no he cultivado?
Entonces el señor mandó llamar al siervo y lo reprendió: “¡Siervo malvado! Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste.
Había mucha gente que tendía sus mantos sobre el camino; otros cortaban ramas de los árboles y las colocaban en el camino.
»Después llegó el que había recibido mil monedas. “Señor —explicó—, yo sabía que usted es un hombre duro, que cosecha donde no ha sembrado y toma el fruto de lo que no ha cultivado.
Así que tuve miedo, y fui y escondí su dinero en la tierra. Mire, aquí tiene lo que es suyo”.
Pues debías haber depositado mi dinero en el banco, para que a mi regreso lo hubiera recibido con intereses.