Llegó también el que recibió dos mil monedas. “Señor —informó—, usted me encargó dos mil monedas. Mire, he ganado otras dos mil”.
Pues, si uno lo hace de buena voluntad, lo que da es bien recibido. Pues lo que importa es dar según lo que se tiene, y no según lo que no se tiene.
Al comenzar a hacerlo, se le presentó uno que le debía miles y miles de monedas de oro.
Llamó a diez de sus siervos y a cada uno le entregó una buena cantidad de dinero. Les instruyó: “Hagan negocio con este dinero hasta que yo vuelva”.