Así que ustedes deben obedecerlos y hacer todo lo que les digan. Pero no hagan lo que hacen ellos, porque no practican lo que predican.
Actuarán como si de verdad amaran a Dios, pero su conducta mostrará lo contrario. ¡Con esa gente ni te metas!
Dicen conocer a Dios, pero sus acciones demuestran que no es cierto. Son gente despreciable, desobediente y no es capaz de hacer nada bueno.
―¡Es necesario obedecer a Dios antes que a cualquier persona! —respondieron Pedro y los demás apóstoles—.
Todos deben respetar a las autoridades públicas. Dios es quien da autoridad a los gobernantes, así que las que existen fueron establecidas por él.
Luego, el padre se dirigió al otro hijo y le pidió lo mismo. Este contestó: “Sí, señor”; pero no fue.
«Los maestros de la Ley y los fariseos tienen la responsabilidad de interpretar a Moisés.
Atan cargas pesadas y las ponen sobre la espalda de los demás, pero ellos mismos no están dispuestos a mover ni un dedo para levantarlas.