Después, les mandó otros siervos, en mayor número que la primera vez, y también los maltrataron.
Luego, mandó a otros siervos y les ordenó: “Digan a los invitados que ya he preparado mi comida. Han matado mis bueyes y mis reses engordadas, y todo está listo. Vengan al banquete de bodas”.
Los labradores agarraron a esos siervos; golpearon a uno, mataron a otro y apedrearon a un tercero.
»Por último, les mandó a su propio hijo, pensando: “¡A mi hijo sí lo respetarán!”.