Alrededor de las cinco de la tarde, salió y encontró a otros más que estaban sin trabajo. Les preguntó: “¿Por qué han estado aquí desocupados todo el día?”.
No sean perezosos; más bien, imiten a quienes por su confianza y paciencia recibirán las promesas.
Mientras sea de día, tenemos que llevar a cabo la obra del que me envió. Viene la noche cuando nadie puede trabajar.
Es que todos los atenienses y extranjeros de allí solo se dedicaban a escuchar y comentar las últimas novedades.
Así que fueron. Salió de nuevo a eso del mediodía y a la media tarde, e hizo lo mismo.
“Porque nadie nos ha contratado”, contestaron. Él les dijo: “Vayan también ustedes a trabajar en mi viñedo”.
Se presentaron los obreros que habían sido contratados cerca de las cinco de la tarde, y cada uno recibió la paga de un día.