Por eso, cuando llegaron los que fueron contratados primero, esperaban que recibirían más. Pero cada uno de ellos recibió también la paga de un día.
Acordó darles la paga de un día de trabajo y los envió a su viñedo.
Se presentaron los obreros que habían sido contratados cerca de las cinco de la tarde, y cada uno recibió la paga de un día.
Al recibirla, comenzaron a murmurar contra el propietario.
―¡Mira, nosotros lo hemos dejado todo por seguirte! —le dijo Pedro—. ¿Y qué ganamos con eso?