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Referencias Cruzadas

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Mateo 19:21

Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Jesús le respondió: ―Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme.

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31 Referencias Cruzadas  

Jesús lo miró con amor y añadió: ―Una sola cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme.

Al oír esto, Jesús añadió: ―Todavía te falta una cosa: vende todo lo que tienes y repártelo entre los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme.

Vendan sus bienes y den a los pobres. Consigan bolsas que no se rompan y un tesoro en el cielo que no se agote. Allí no hay ladrón que llegue ni polilla que destruya.

De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes no puede ser mi discípulo.

Vendían sus propiedades y posesiones, y compartían sus bienes entre sí según la necesidad de cada uno.

Quien quiera servirme debe seguirme. Donde yo esté, allí también estará mi siervo. Al que me sirva, mi Padre lo honrará.

Dirigiéndose a todos, declaró: ―Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga.

Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen.

Por tanto, sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto.

Por eso les digo que usen las riquezas de este mundo para ganar amigos, para que, cuando estas se acaben, haya quienes los reciban a ustedes en las viviendas eternas.

―Les aseguro —respondió Jesús— que en la renovación de todas las cosas, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono glorioso, ustedes que me han seguido se sentarán también en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.

Luego dijo Jesús a sus discípulos: ―Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga.

El alumno no es superior a su maestro. Pero todo el que haya completado su aprendizaje llegará a saber tanto como su maestro.

Después de esto salió Jesús y se fijó en un cobrador de impuestos llamado Leví, sentado a la mesa donde cobraba. «Sígueme», le dijo Jesús.

Entonces llamó a la gente y a sus discípulos. ―Si alguien quiere ser mi discípulo —les dijo—, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga.

Al irse de allí, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa cobrando los impuestos. «Sígueme», le dijo Jesús. Y Mateo se levantó y lo siguió.

También sintieron compasión de los que estaban en la cárcel. Y, cuando a ustedes les quitaron sus bienes, lo aceptaron con alegría, seguros de que tenían una riqueza mejor y más permanente.

Al pasar vio a Leví hijo de Alfeo, sentado a la mesa cobrando los impuestos. «Sígueme», le dijo Jesús. Y Leví se levantó y lo siguió.

―Sígueme —le respondió Jesús—, y deja que los muertos entierren a sus muertos.

«Vengan, síganme —les dijo Jesús— y los haré pescadores de personas».

―Todos esos los he cumplido —dijo el joven—. ¿Qué más me falta?

Cuando el joven oyó esto, se fue triste, porque tenía muchas riquezas.




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