Su compañero se arrodilló delante de él. “Ten paciencia conmigo —le rogó— y te lo pagaré”.
El siervo se arrodilló delante de él. “Tenga paciencia conmigo —le rogó— y se lo pagaré todo”.
Perdona nuestras ofensas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros ofensores.
»Al salir, aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros que le debía cien monedas de plata. Lo agarró por el cuello y comenzó a estrangularlo. “¡Págame lo que me debes!”, le exigió.
Pero él se negó. Más bien fue y lo hizo meter en la cárcel hasta que pagara la deuda.
¿No debías tú también sentir compasión de tu compañero, así como yo la sentí por ti?”.
Así les enseñó Epafras, nuestro querido colaborador y fiel servidor de Cristo para el bien de ustedes.
Nuestro querido hermano en la fe, Tíquico, es un fiel servidor y colaborador del Señor. Él les contará en detalle cómo me va.