El señor tuvo compasión de su siervo, le perdonó la deuda y lo dejó en libertad.
»Al salir, aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros que le debía cien monedas de plata. Lo agarró por el cuello y comenzó a estrangularlo. “¡Págame lo que me debes!”, le exigió.
Entonces el señor mandó llamar al siervo y lo reprendió: “¡Siervo malvado! Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste.
Como no tenían con qué pagarle, les perdonó la deuda a los dos. Ahora bien, ¿cuál de los dos lo amará más?
―Supongo que aquel a quien más le perdonó —contestó Simón. ―Estás en lo correcto —le dijo Jesús.