Pero Jesús se acercó a ellos y los tocó. ―Levántense —les dijo—. No tengan miedo.
Pero Jesús les dijo en seguida: ―¡Cálmense! Soy yo. No tengan miedo.
Al verlo, caí a sus pies como muerto; pero él, poniendo su mano derecha sobre mí, me dijo: «No tengas miedo. Yo soy el Primero y el Último,
Levántate y entra en la ciudad, que allí se te dirá lo que tienes que hacer.
Asustadas, se arrodillaron y se inclinaron hasta tocar el suelo con su rostro, pero ellos les dijeron: ―¿Por qué buscan ustedes entre los muertos al que vive?
Al oír esto, los discípulos se llenaron de terror, cayeron al suelo de rodillas, y se inclinaron hasta tocar el suelo con su rostro.
Cuando alzaron la vista, no vieron a nadie más que a Jesús.