Ustedes, en cambio, enseñan que un hijo puede decirle a su padre o a su madre: “Cualquier ayuda que pudiera darte ya la he dedicado como ofrenda a Dios”.
―¡Es necesario obedecer a Dios antes que a cualquier persona! —respondieron Pedro y los demás apóstoles—.
Pero Pedro y Juan respondieron: ―¿Es justo delante de Dios obedecerlos a ustedes en vez de obedecerlo a él? ¡Júzguenlo ustedes mismos!
Dios dijo: “Honra a tu padre y a tu madre”, y también dijo: “El que maldiga a su padre o a su madre será condenado a muerte”.
En ese caso, el tal hijo no tiene que honrar a su padre. Así, por causa de la tradición, ustedes dejan sin valor la palabra de Dios.