Todos comieron hasta quedar satisfechos. Después, los discípulos recogieron siete canastas llenas de pedazos que sobraron.
A los hambrientos los llenó de bienes, y a los ricos los despidió con las manos vacías.
Pero los discípulos dijeron: ―¿Dónde podríamos conseguir en este lugar despoblado suficiente pan para dar de comer a toda esta gente?
Los que comieron eran cuatro mil hombres, sin contar a las mujeres y a los niños.
Así que sus discípulos se lo llevaron de noche y lo bajaron en un canasto por una abertura en la muralla.