En la madrugada, vio que los discípulos hacían grandes esfuerzos para remar, pues tenían el viento en contra. Se acercó a ellos caminando sobre el lago, con la idea de pasar de largo.
Pero entiendan esto: Si el dueño de una casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, se mantendría despierto para no dejarlo forzar la entrada.
La voz del cielo que yo había escuchado se dirigió a mí de nuevo: «Ve y toma el rollito abierto de la mano del ángel que está de pie sobre el mar y sobre la tierra».
»Por lo tanto, manténganse despiertos, porque no saben cuándo volverá el dueño de la casa. No saben si será al atardecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer.