Llevaron la cabeza en una bandeja y se la dieron a la muchacha, quien se la entregó a su madre.
Ellos derramaron la sangre de creyentes y de profetas. Ahora tú les has dado a beber sangre. ¡Es un justo castigo!».
Vi que la mujer se había emborrachado con la sangre de los creyentes que dieron su vida por hablar acerca de Jesús. Al verla, quedé muy asombrado.
Aconsejada por su madre, le pidió: «Dame en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista».
y mandó decapitar a Juan en la cárcel.
Luego llegaron los discípulos de Juan, recogieron el cuerpo y lo enterraron. Después fueron y avisaron a Jesús.