“¡No! —les contestó—, si arrancan la mala hierba, corren el riesgo de arrancar con ella el trigo.
Pero, mientras todos dormían, llegó su enemigo y sembró mala hierba entre el trigo, y se fue.
“Esto es obra de un enemigo”, les respondió. Le preguntaron los siervos: “¿Quiere usted que vayamos a arrancarla?”.
Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha. Entonces les diré a los segadores: Recojan primero la mala hierba y átenla en manojos para quemarla; después recojan el trigo y guárdenlo en mi granero”».