Les aseguro que muchos profetas y otros justos anhelaron ver lo que ustedes ven, pero no lo vieron; y oír lo que ustedes oyen, pero no lo oyeron.
Abraham, el padre de ustedes, se regocijó al pensar que vería mi día. Y lo vio y se alegró.
Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas. Pero, por la fe, las vieron y saludaron de lejos. Reconocieron que aquí en la tierra estaban de paso, como si fueran extranjeros y peregrinos.
Les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven, pero no lo vieron. Quisieron oír lo que ustedes oyen, pero no lo oyeron».
Volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: «¡Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven!