―¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? —respondió Jesús.
»El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no merece ser mi seguidor. El que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no merece ser mi seguidor.
Jesús siguió creciendo en sabiduría y estatura, y cada vez más se ganaba el afecto y la aceptación de Dios y de la gente.
Así que de ahora en adelante no valoramos a nadie siguiendo criterios humanos. Antes valorábamos a Cristo de esa manera, pero ya no lo hacemos así.
―¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que tengo que estar ocupado en los asuntos de mi Padre?
Alguien le dijo: ―Mira, tu madre y tus hermanos están afuera y quieren hablar contigo.
Señalando a sus discípulos, añadió: ―Aquí tienen a mi madre y a mis hermanos.