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Referencias Cruzadas

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Mateo 11:21

Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

«¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Si se hubieran hecho en Tiro y en Sidón los milagros que se hicieron en medio de ustedes, ya hace tiempo que se habrían arrepentido con muchos lamentos.

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31 Referencias Cruzadas  

Herodes estaba furioso con los de Tiro y de Sidón. Por eso, algunos de ellos se pusieron de acuerdo y se presentaron ante él. Se ganaron el favor de Blasto, camarero del rey, y por medio de él pidieron paz. Y es que Tiro y Sidón compraban sus alimentos en el país del rey Herodes.

Estos se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le pidieron: ―Señor, queremos ver a Jesús.

Cuando regresaron los apóstoles, le relataron a Jesús lo que habían hecho. Él se los llevó consigo y se retiraron solos a un pueblo llamado Betsaida.

En seguida Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca y se le adelantaran al otro lado, a Betsaida, mientras él despedía a la gente.

Saliendo de allí, Jesús se retiró a la región de Tiro y Sidón.

¡Ay de los que siguieron el ejemplo de Caín! Por ganar dinero cometieron el mismo error de Balán y murieron por ser tan rebeldes como Coré.

Felipe era del pueblo de Betsaida, lo mismo que Andrés y Pedro.

Luego bajó con ellos y se detuvo en un llano. Muchos de sus discípulos estaban allí, como también mucha gente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y Sidón.

Cuando llegaron a Betsaida, algunas personas le llevaron un ciego a Jesús y le rogaron que lo tocara.

Luego regresó Jesús de la región de Tiro y se dirigió por Sidón al lago de Galilea. Entró en la región de Decápolis.

y de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán y de las regiones de Tiro y Sidón. Cuando se enteraron de todo lo que hacía, vino mucha gente a verlo.

»¡Ay del mundo por las invitaciones al pecado! Esas invitaciones son inevitables, pero ¡ay de quienes las ocasionan!

Pero les digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para Tiro y Sidón que para ustedes.

Al día siguiente, hicimos una parada en Sidón. El capitán Julio, con mucha amabilidad, le permitió a Pablo visitar a sus hermanos en la fe para que lo atendieran.

Sin embargo, Elías no fue enviado a ninguna de ellas, sino a una viuda de Sarepta, en los alrededores de Sidón.

Jesús salió de allí y fue a la región de Tiro. Entró en una casa y no quería que nadie lo supiera, pero no pudo esconderse.

A la verdad, el Hijo del hombre se irá, tal como dicen las Escrituras de él, pero ¡ay de aquel que lo traiciona! Más le valdría a ese hombre no haber nacido.

Vi que el Cordero rompió el sexto sello, y se produjo un gran terremoto. El sol se oscureció como si se hubiera vestido de luto. La luna entera se volvió roja como la sangre.

Por mi parte, yo enviaré a mis dos testigos para que profeticen. Ellos, vestidos de luto, profetizarán durante mil doscientos sesenta días».




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