De repente, cuando miraron a su alrededor, ya no vieron a nadie más que a Jesús.
Esto sucedió tres veces, y en seguida la sábana fue recogida al cielo.
Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él desapareció.
Después de oírse la voz, Jesús quedó solo. Los discípulos guardaron esto en secreto, y por algún tiempo a nadie contaron nada de lo que habían visto.
Entonces apareció una nube que los envolvió, de la cual salió una voz que dijo: «Este es mi Hijo amado. ¡Escúchenlo!».
Mientras bajaban de la montaña, Jesús les ordenó que no contaran a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre se levantara de entre los muertos.