―¿Qué están discutiendo con ellos? —les preguntó.
Llegaron los fariseos y comenzaron a discutir con Jesús. Para ponerle una trampa, le pidieron una señal del cielo.
Tan pronto como la gente vio a Jesús, todos se sorprendieron y corrieron a saludarlo.
―Maestro —respondió un hombre de entre la gente—, te he traído a mi hijo, pues es controlado por un espíritu que le ha quitado el habla.