Tan pronto como la gente vio a Jesús, todos se sorprendieron y corrieron a saludarlo.
―¿Qué están discutiendo con ellos? —les preguntó.
Al ver Jesús que se juntaba mucha gente, reprendió al espíritu maligno. ―Espíritu sordo y mudo —dijo—, te mando que salgas y que jamás vuelvas a entrar en él.
Se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, y comenzó a sentir temor y tristeza.
Al entrar en la tumba vieron a un joven vestido con un manto blanco, sentado a la derecha, y se asustaron.
―No se asusten —les dijo—. Ustedes buscan a Jesús el Nazareno, el que fue crucificado. ¡Ha resucitado! No está aquí. Miren el lugar donde lo pusieron.