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Referencias Cruzadas

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Marcos 8:34

Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Entonces llamó a la gente y a sus discípulos. ―Si alguien quiere ser mi discípulo —les dijo—, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga.

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43 Referencias Cruzadas  

El que no toma su cruz y me sigue no merece ser mi seguidor.

Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen.

Los que son de Cristo Jesús han hecho morir en la cruz sus malos deseos por el pecado.

Lo que yo era antes fue crucificado con Cristo, y ya no soy esa persona, sino que Cristo vive en mí. Ahora vivo en este cuerpo confiando en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí.

Nosotros sabemos lo que es el amor porque Jesucristo entregó su vida por nosotros. Así también nosotros debemos entregar la vida por nuestros hermanos en la fe.

Luego dijo Jesús a sus discípulos: ―Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga.

Lo que quiero es conocer a Cristo, sentir en mí el poder con el que Dios lo resucitó. Quiero sufrir como él sufrió y morir como él murió.

Y, si somos hijos, somos herederos de Dios. Herederos junto con Cristo, pues, si ahora sufrimos como él sufrió, también compartiremos su gloria.

Dirigiéndose a todos, declaró: ―Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga.

Por eso les pido que hagan morir todos sus deseos de maldad. No tengan relaciones sexuales prohibidas, dejen las acciones vergonzosas y sus malos deseos de placer. Abandonen el deseo de hacer lo malo, el deseo de siempre tener más dinero, pues es lo mismo que adorar ídolos.

Sin embargo, gracias a lo que Cristo hizo por mí, todo eso que antes consideré de valor, ahora lo considero sin valor.

Por tanto, ya que Cristo sufrió, yo espero que ustedes estén dispuestos a sufrir también. Porque el que ha sufrido ha terminado con el pecado.

Pero yo jamás me sentiré orgulloso de otra cosa que no sea el mensaje de lo que nuestro Señor Jesucristo hizo en la cruz. Pues, gracias a él, la maldad de este mundo ya no me interesa, y yo no le intereso al mundo.

Hermanos en la fe, todos los días estoy en peligro de muerte. Eso es tan cierto como el orgullo que siento por ustedes, pues han creído en Cristo Jesús nuestro Señor.

Sabemos que nuestra vieja manera de ser fue crucificada con él, para que el pecado que dominaba nuestro cuerpo perdiera su poder. De este modo ya no seguimos siendo esclavos del pecado,

De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes no puede ser mi discípulo.

Pues sé que dentro de poco tiempo tendré que abandonar este cuerpo. Así me lo ha hecho saber nuestro Señor Jesucristo.

Al contrario, alégrense de compartir los sufrimientos de Cristo. Pues, cuando Cristo aparezca en su gloria, la alegría de ustedes será inmensa.

Ese amor nos enseña a rechazar el pecado y a no desear la maldad de este mundo. Así podremos vivir en este mundo con dominio propio, justicia y amor a Dios.

Ahora, aunque sufro por ustedes, me alegro. Pues así voy completando en mí mismo lo que falta de los sufrimientos de Cristo por su iglesia, que es su cuerpo.

Allí fortalecían a los discípulos y los animaban a seguir creyendo. Les decían: «Es necesario pasar por muchas dificultades para entrar en el reino de Dios».

Al oír esto, Jesús añadió: ―Todavía te falta una cosa: vende todo lo que tienes y repártelo entre los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme.

―Esfuércense por entrar por la puerta estrecha —contestó—, porque les digo que muchos tratarán de entrar y no podrán.

Al salir, encontraron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón, y lo obligaron a llevar la cruz.

No tengas miedo de lo que estás por sufrir. Debes saber que el diablo meterá en la cárcel a algunos de ustedes. Lo hará para ponerlos a prueba; y tendrán que sufrir durante diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.

Por lo tanto, salgamos a su encuentro fuera del campamento y suframos la misma vergüenza que el sufrió.

Nos hemos enterado de que entre ustedes hay algunos que andan de vagos, sin trabajar en nada, y que se meten en lo que no les importa.

Aunque no soy esclavo de nadie, sino libre, me he hecho esclavo de todos para que la mayor cantidad posible crea en Cristo.

Por lo tanto, si lo que como ocasiona la caída de mi hermano en la fe, no comeré carne jamás, para no hacerlo caer en pecado.

Jesús salió cargando su propia cruz hacia el lugar de la Calavera, que en hebreo se llama «Gólgota».

Mientras todo el pueblo lo escuchaba, Jesús les dijo a sus discípulos:

Jesús lo miró con amor y añadió: ―Una sola cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme.

De nuevo Jesús llamó a la gente. ―Escúchenme todos —dijo— y entiendan:




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