―Ya no creemos solo por lo que tú dijiste —le decían a la mujer—. Ahora lo hemos oído nosotros mismos. Y sabemos que verdaderamente este es el Salvador del mundo.
Para ustedes, que creen, esta piedra es preciosa. En cambio, para los que no creen: «la piedra que rechazaron los constructores ha llegado a ser la piedra principal».
Mientras iban por el camino, llegaron a un lugar donde había agua, y dijo el oficial etíope: ―Mire usted, aquí hay agua. ¿Qué impide que yo sea bautizado?