No rechazo el amor inmerecido que Dios me tiene. Si Dios nos aceptara como justos por obedecer la Ley, entonces la muerte de Cristo no habría servido de nada».
(En efecto, los fariseos y los demás judíos no comen nada sin primero lavarse las manos, ya que están aferrados a la tradición de los antepasados judíos.
Así que los fariseos y los maestros de la Ley le preguntaron a Jesús: ―¿Por qué no siguen tus discípulos las costumbres de los antepasados, en vez de comer con manos impuras?
Sé que alguien les ha predicado a un Jesús diferente del que les hemos predicado nosotros. Sé que les han hablado de un espíritu y un mensaje de salvación diferente de lo que ya recibieron. Y ustedes han recibido a esas personas con gusto.
Cumplí con todo lo que pedía la religión judía, y lo hice mejor que muchos de mis compañeros, pues obedecía con pasión las enseñanzas de mis antepasados.