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Referencias Cruzadas

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Marcos 7:34

Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Luego, mirando al cielo, suspiró profundamente y le dijo: «¡Efatá!» (que significa: ¡Ábrete!).

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21 Referencias Cruzadas  

Entonces quitaron la piedra. Jesús, alzando la vista, dijo: ―Padre, te doy gracias porque me has escuchado.

Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados y, mirando al cielo, los bendijo. Luego partió los panes y se los dio a los discípulos para que se los repartieran a la gente. También repartió los dos pescados entre todos.

La tomó de la mano y le dijo: «Talita cum», que significa: «Niña, a ti te digo, ¡levántate!».

«Eneas —le dijo Pedro—, Jesucristo te sana. Levántate y tiende tu cama». Y al instante se levantó.

Jesús vio que María y los judíos que la acompañaban estaban llorando. Esto lo puso muy triste, y lo conmovió profundamente.

A las tres de la tarde, Jesús gritó con fuerza: ―Eloi, Eloi, ¿lama sabactani? (que significa: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”).

Él lanzó un profundo suspiro y dijo: «¿Por qué pide esta gente una señal milagrosa? Les aseguro que no se le dará ninguna señal».

Pedro hizo que todos salieran del cuarto; luego se puso de rodillas y oró. Volviéndose hacia la muerta, dijo: «Tabita, levántate». Ella abrió los ojos y, al ver a Pedro, se incorporó.

Dicho esto, gritó con todas sus fuerzas: ―¡Lázaro, sal fuera!

Pues no tenemos un sumo sacerdote incapaz de entender nuestras debilidades. Al contrario, contamos con uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, pero él nunca pecó.

Después de que Jesús dijo esto, dirigió la mirada al cielo y oró así: «Padre, ha llegado la hora. Da gloria a tu Hijo, para que tu Hijo te dé gloria a ti.

Conmovido una vez más, Jesús se acercó a la tumba. Era una cueva cuya entrada estaba tapada con una piedra.

Cuando se acercaba a Jerusalén, Jesús vio la ciudad y lloró por ella.

―¡Recibe la vista! —le dijo Jesús—. Tu fe te ha sanado.

Entonces se acercó y tocó la camilla donde llevaban el muerto. Los que lo llevaban se detuvieron, y Jesús dijo: ―Joven, ¡te ordeno que te levantes!

Jesús le tuvo compasión, así que extendió la mano, tocó al hombre y le dijo: ―Sí, quiero. ¡Queda sano!

Con esto, se le abrieron los oídos al hombre, se le destrabó la lengua y comenzó a hablar normalmente.




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